CHANYU

El corto verano era arrastrado por el viento helado del norte, que se colaba entre las montañas Altái y campaba a sus anchas por la llanura de Ukok. Pronto la nieve sepultaría los pastos y los rebaños deberían migrar hacia las tierras bajas. Así venía ocurriendo desde los tiempos más remotos.



Natalia Rudenkova y su equipo de excavación se afanaban por llegar a la cámara mortuoria del túmulo que había descubierto en aquel confín de Siberia, muy cerca de la frontera con Mongolia y Kazajstán. Siguiendo los pasos de su padre, Vladimir Rudenko, buscaba los restos de la cultura que hace veinticinco siglos hizo de la meseta de Ukok el hogar de los pazyryk. Enamorada y absorbida por su trabajo, apenas había tenido tiempo en la vida para conocer el mundo más allá de las fronteras del laboratorio de la Universidad de Novosibirsk y las extensas llanuras esteparias, desiertas y frías; tampoco hombres que estuvieran entre su edad y la de su padre, pues sus profesores sobrepasaban los sesenta y sus hallazgos, los mil quinientos años. Acostumbrada a ignorar la llamada de la libido, se sintió confusa ante los impulsos que aquel antropólogo bielorruso le provocaba.

Ilia Platov, doctor en Antropología Social por la Universidad de Minsk, era admirador del trabajo de Rudenko. Participar en la excavación dirigida por su hija había sido una inesperada gratificación y no sólo por lo que a la ciencia se refería. En verdad, Rudenkova era una mujer excepcional.

Absorto en sus pensamientos, Ilia se sobresaltó al escuchar el sonido hueco cuando golpeó sobre una superficie de madera. Soltó la pala y corrió hacia la loma donde divisó a Natalia.



Encaramada en una colina de suave contorno llenaba sus ojos con los colores tristes del desolado paisaje. El verde grisáceo de la hierba rala anunciaba la pronta partida. Los pacíficos pastores de Ukok deberían convertirse en los feroces guerreros pazyryk para defender las praderas donde pasarían el largo y duro invierno, más allá del Altay. Un joven se postró a sus pies: “Chanyu, los jefes urik esperan en la yurta”. Saltó a lomos de Tch’eng-li Ku-t’u y salió al galope estallando en gritos de júbilo. Amaba la libertad, la salvaje estepa y sentir las afiladas caricias del viento en su rostro.


Llegó al campamento con el pelo alborotado y la cara ardiendo bajo la helada piel. Ilia le mostró las tablas de madera. Emocionados, los componentes de la expedición limpiaron la zona y abrieron un agujero en el techo de la cámara. Era el primer túmulo intacto que encontraban. En el interior les esperaba un momento de la Historia congelado hacía veinticinco siglos. Natalia entró por la abertura.


Se hizo el silencio cuando asomó al interior de la yurta. Los jefes urik inclinaron las lanzas y la cabeza en señal de respeto y sumisión a la chanyu. Aunque algunos no estaban muy conformes con tener a una mujer como jefe, lo cierto es que era la mejor guerrera y se había ganado el puesto por sus propios méritos. Así era la ley de los nómadas. Ella había unido las urik, las había guiado en las migraciones invernales hacia los mejores pastos y los había defendido contra los chibe, katanga y karakul. La llamaban yabghu, y se decía que era hija de Tängri; por eso gritaba en la llanura sin ofender a los Antiguos. Así también su montura era hijo de los caballos celestiales del Altay.

La chanyu ocupó su lugar en la asamblea. Los jefes doghoi colocaron un tocado de madera cubierto de pan de oro sobre su cabeza, ratificándola una estación más como jefe del il y jurándole fidelidad y lealtad. Sentados en torno al fuego cada jefe dio cuenta del número de hombres y rebaños de su tribu. Aquel invierno el il pazyryk contaría con unos mil guerreros para defender el ganado, las mujeres y los niños. La travesía por el Altay sería penosa; los shamanes celebrarían ritos en altares de piedra sobre las colinas. Ella misma rogaría a Tängri por la protección de su pueblo.

Pidió que la dejaran sola. Se comunicaría con el dios del Cielo a través de las volutas de humo del fuego sagrado, que ardía en el centro de la tienda de los chanyu desde el principio del tiempo. Y Tängri revelaría sus designios en las nubes y en mensajes que enviaría con el viento. Se tendió sobre la alfombra de fieltro rojo y dejó su mente en blanco mientras se quemaban ramas verdes de alerce, el árbol de los Antiguos. Comenzó a leer los signos sagrados impresos en su piel. Sintió cómo su espíritu se elevaba.

Cuando descendió al suelo, Natalia no percibió olores rancios o de putrefacción. Aquel frigorífico de unos tres metros de largo había conservado a la perfección su contenido. Dispuestos en torno al ataúd podían verse todo tipo de objetos que el difunto utilizaría en la otra vida, en las praderas del cielo, más allá de las nubes. Natalia contempló, con una ternura infinita, una pila de mantas de piel, varias lanzas, imágenes talladas en hueso, escudos de cuero y una alfombra de fieltro rojo sobre la que reposaban los restos de un caballo y el féretro.

Se trataba de un tronco de alerce de unos dos metros de largo, sellado con clavos de bronce. Era sin duda la tumba de un gran guerrero. Totalmente fascinados por el hallazgo, Natalia y sus compañeros extrajeron las verdosas alcayatas y retiraron la tapa. Un bloque de hielo protegía el cuerpo del inexorable paso del tiempo. Calentaron tazas de agua y las vertieron con delicadeza y mimo sobre la masa helada.

El crujido de los cristales al contacto con el agua de los arroyuelos anunciaba el deshielo y el momento de regresar a Ukok. El invierno había sido crudo y las pérdidas numerosas; pero el pueblo pazyryk estaba satisfecho. La chanyu había cuidado de ellos como una madre y los había defendido de hu-kis y yuan-yuans como un padre. Volvería a casa más de la mitad de los que vinieron, y algunos otros que verían la luz en su tierra.

Las mujeres preñadas tallaron en hueso un amuleto para la yabghu: un pájaro-grifo con el pico y las alas abiertos, símbolo de maternidad. Era su manera de expresar los deseos de su pueblo por un vástago que heredara el carisma de su madre. Cuando lo recibió apenas pudo ocultar las lágrimas. En su tatuado brazo lucía una ajorca de plata: un león-grifo luchando contra un dragón-serpiente. Había pertenecido a su padre, un gran guerrero que murió defendiendo a su pueblo. Al aceptarlo había adquirido el compromiso de seguir sus pasos como cabeza de familia, puesto que no había hombres en su yurta, como guerrero del clan y como leal al chanyu. Renunció pues a sus labores de mujer, entre ellas tener hijos. Así era la ley de los nómadas. Con pesar devolvió el regalo, manifestando así que su responsabilidad se mantenía hasta que otro jefe la sustituyera. Una joven mujer de abultado vientre guardó el amuleto con mucho cuidado entre los pliegues de la falda. Al hacerlo se dio cuenta de que había roto aguas.

El líquido caliente resbalaba por el hielo derritiéndolo dulcemente. Allí donde la capa era más débil se iban abriendo pequeños orificios, que se agrandaban como diminutos ojos que despertaban tras un letargo ya milenario. Natalia apenas controlaba la emoción, que le latía en las sienes como una manada de caballos.

El claqueteo de cascos se fue perdiendo entre las dunas. La horda hiun-yu había sufrido una irreverente derrota y su docena de supervivientes se alejaba al galope. Buscaban caballos y a veces mujeres; eran salvajes y crueles; despreciaban a pastores y sedentarios; no respetaban ninguna ley, excepto la suya. Venían del este, atacaban por la noche y se marchaban cuando los tonos encarnados del amanecer se confundían con la sangre de sus víctimas. Pero esta vez habían tendido una emboscada a la avanzadilla de exploradores pazyryk en el paso de Gorno-t’chien, el desfiladero que cruzaba la estepa seca a los pies del Altay. El choque fue brutal. Cuando llegó el grueso de la caravana encontraron la cañada salpicada de cadáveres y regueros de sangre. Apenas media docena de guerreros pudieron ser rescatados de entre los muertos.



Como un espíritu una figura se irguió tras unos caballos agonizantes. Era la chanyu. Estaba empapada en sangre oscura, mezcla de la que manaba por sus abundantes rasguños y la de sus enemigos. Levantó un brazo y mostró a su pueblo la cabeza del jefe del grupo agresor: “El paso es seguro” murmuró mientras se desvanecía en los brazos sus hombres. Del costado salía el mástil quebrado de una lanza corta.

Despertó envuelta en su manta de marmota; estaba en su yurta, acompañada por varias mujeres que entonaban salmos curativos mientras limpiaban sus heridas. Preguntó dónde habían acampado. Una mujer joven, con los pechos aún rezumantes tras el amamantamiento de su pequeña, le contó entusiasmada cómo tras el enfrentamiento con los hiun-yu habían atravesado las montañas y llegado a Ukok. Allí, en su amada tierra, les esperaban infinitas praderas rebosantes de flores y de vida. Todas las tribus permanecían junto a la chanyu en espera de su recuperación. Prepararían una hermosa fiesta en su honor y luego partirían hacia sus territorios.

La joven interrumpió su relato. La chanyu hacía esfuerzos por levantarse. Un pinchazo en el costado le hizo fijarse en un aparatoso emplasto de musgo y barro. Se puso en pie y salió de la tienda. Los pazyryk enmudecieron al verla. Todos sabían que su herida era mortal. En verdad debía ser hija de Tängri, pues sólo del Cielo podía llegarle esa fuerza sobrehumana que demostraba. Los guerreros comenzaron a golpear sus lanzas contra el suelo al grito de "¡Yabghu!". El pueblo entero se unió a ellos coreando el título de su soberana. Ésta montó en Tch’eng-li Ku-t’u, malherido como ella en el combate. Jinete y montura conocían su destino próximo.

Se alejaron al galope por la llanura eterna profiriendo gritos de júbilo, y sintiendo las afiladas caricias del viento en su rostro. Subieron a una colina de suave contorno y llenaron sus ojos, por última vez, con el verde lujurioso de la estepa silvestre. Mirando a Tängri pensaron en las praderas del cielo, más allá de las nubes. Juntos seguirían allí su carrera. Desde el campamento los pazyryk vieron desplomarse la centáurica figura.

El enterramiento fue el más glorioso dedicado jamás a un chanyu. Excavaron la cámara en la misma colina y trajeron un tronco de alerce desde el mismo Altay, porque no había árbol más sagrado para alguien más divino.



El cadáver reposaba intacto en el interior del sarcófago. Natalia contemplaba absorta la imagen ante sus ojos. Era una mujer. Aún podían verse los largos cabellos bajo un tocado de madera recubierto de pan de oro. Estaba envuelta en una manta de piel de marmota, y la habían acostado de lado, como un niño dormido. Vestía una larga falda de lana y una túnica de seda que dejaba ver un brazalete de plata en su tatuado brazo. Debía de haber sido también hechicera pues llevaba escritos en su cuerpo los signos místicos que la comunicarían con los espíritus sagrados. Había muerto hacía dos mil quinientos años, pero su piel y los símbolos aún se conservaban, momificados en el hielo. Natalia tomó con ternura la mano esbelta y algo se deslizó entre sus dedos.

El amuleto que tan celosamente había guardado entre los pliegues de su falda era ya de la chanyu. Ahora engendraría hijos en la otra vida. La mujer joven, con su hija en brazos, se reunió con los de su clan. Cerraron con clavos de bronce el ataúd y colocaron junto a él a Tch’eng-li Ku-t’u, sin arreos ni manta, tal como ella lo montaba. Ambos reposarían sobre la alfombra de fieltro rojo que les conduciría al reino de Tängri. Apilaron mantas, lanzas, escudos y demás objetos que la chanyu había utilizado y que continuaría necesitando. Sellaron la cámara y encendieron hogueras con el fuego sagrado. Acompañarían con sus cantos la ascensión del alma de su yabghu a las praderas celestiales.

El viento traía los graznidos de una bandada de ánsares en forma de flecha apuntando al sur. En su mano el pájaro-grifo la observaba con su pico abierto de par en par. Natalia escuchó su mudo mensaje, el que le enviaba aquella mujer, favorita de Tängri. Ella no había tenido tiempo de trazar su propio camino, separando sus pasos de las huellas de su padre; de conocer el amor de un hombre y de unos hijos que anhelaba en lo más profundo de su corazón. Aquel grito del pasado alertaba a Natalia sobre su futuro. Miró a Ilia, que inventariaba los objetos encontrados, y pensó que aún tenía una oportunidad. Se preguntó si querría aprovecharla. El antropológo le sonrió tras el bolígrafo que apoyaba en sus labios. Notó los helados dedos de la chanyu entrelazarse con los suyos y apretar el amuleto en su mano. La respuesta apareció clara, igual que el sol asoma entre las nubes después de la tormenta.



El viento perenne arrastraba el aroma ácido del pasto en violentas olas glaucas. Las vastas praderas alimentaban los rebaños, que renovaban sus miembros cada verano, cuando las reses más viejas dejaban su espacio a nuevas cabezas que asomaban entre la hierba. Así venía ocurriendo desde los tiempos más remotos en la llanura de Ukok.





Ice & Dance

Homenaje a la Dama de Hielo

Hace casi diez años ví un documental en el que narraban el descubrimiento del kurgan bajo el que reposaba la hoy llamada "Dama de Hielo de Siberia".  Fue un gran descubrimiento, comparable al de la tumba de Tutankhamon, ya que el túmulo estaba intacto (también los kurgan de las estepas sufren la plaga de saqueadores de tumbas).  Fue una arqueóloga, Natalia Polomask, quien exploró la llanura de Ukok en busca de restos de los "pazyryk".  Y los encontró.  Y lo más asombroso, encontró que la extraordinaria tumba pertenecía a una mujer.

Fue la primera vez que vi las montañas Altay, las llanuras desoladas, el lugar sagrado para el pueblo pazyryk... y también se convirtió en sagrado para mí.

Todos los nombres de personajes del relato son ficticios, aunque es evidente homenaje a los verdaderos protagonistas de la Historia.  Partiendo de las notas que tomé durante la emisión del documental (no tenía internet entonces) y de tardes consultando libros de etnografía, de historia, de etnología, de lingüística... encontré algunos retazos de la sociedad, la mitología, la lengua y las costumbres de los pazyryk.

Enamorada de sus estepas, de sus vientos y de su espíritu inhóspito, quise escribir este cuento: Chanyu.

Summer moved on



Las estaciones no pueden durar...


Stay, don't just walk away
And leave me another day
A day just like today
With nobody else around

El ciclo de la vida

No esperaba encontrar esta maravilla, una de mis canciones favoritas, una de mis películas favoritas, y alguien se ha molestado en reunir varias lenguas para hacer partícipe a todo el mundo de lo mejor que tiene este planeta.

Los ojos llenos


Mis ojos se llenan, se colman, rebosan cuando miro las desoladas estepas: asoladas por el viento helado, desgastadas por el sudor del día, 
agostadas por la gélida noche.
Me quiero perder, libre y sola, hasta agotar mis fuerzas y gastarme al sol.

Para derretir un iceberg

No me canso de ver a Pasha y Evgeny, los mejores.



Pero también en el Olimpo están Marina Anissina y Gwendal Peizerat.

Milagros en el hielo

Una de mis intepretaciones favoritas es la de María Butyrskaya en su programa largo del Mundial 99.

Otra es ésta: Pasha Grishuk y Evgeny Platov en Nagano 98...

Love Song (Kiswahili)

Si queréis os la traduzco, pero el amor se entiende en todos los idiomas :)



Usiku wa leo uwe wangu
Laza kichwa kwenye mto wangu
Cheza usiku wa mbalamwezi
Pomzika

Mambo yote sawa
Mambo yote sawa

Nipende usiku wa leo
Nikumbatie usiniache oooh
Ficha vidole nyweleni mwangu
Hakuna matata

Mambo yote shwari
Mambo yote shwari

Ya kesho usijali
Hakuna ajuaye yajayo
Tuishi kwa siku hii
Hisia za milele
Hakuna Matata

Mambo yote shwari
Mambo yote shwari

Kamigami No Uta (Himekami)

Uno de mis músicos favoritos... Qué maravillosa Naturaleza sobre la Tierra...

A pale blue dot (Sagan's words)

That's here. That's home. That's us. On it everyone you love, everyone you know, everyone you ever heard of, every human being who ever was, lived out their lives.

The aggregate of our joy and suffering, thousands of confident religions, ideologies, and economic doctrines, every hunter and forager, every hero and coward, every creator and destroyer of civilization, every king and peasant, every young couple in love, every mother and father, hopeful child, inventor and explorer, every teacher of morals, every corrupt politician, every "superstar," every "supreme leader," every saint and sinner in the history of our species lived there - on a mote of dust suspended in a sunbeam.

The Earth is a very small stage in a vast cosmic arena. Think of the rivers of blood spilled by all those generals and emperors, so that, in glory and triumph, they could become the momentary masters of a fraction of a dot.

Think of the endless cruelties visited by the inhabitants of one corner of this pixel on the scarcely distinguishable inhabitants of some other corner, how frequent their misunderstandings, how eager they are to kill one another, how fervent their hatreds.

Our posturings, our imagined self-importance, the delusion that we have some privileged position in the Universe, are challenged by this point of pale light.

Our planet is a lonely speck in the great enveloping cosmic dark. In our obscurity, in all this vastness, there is no hint that help will come from elsewhere to save us from ourselves.

The Earth is the only world known so far to harbor life. There is nowhere else, at least in the near future, to which our species could migrate. Visit, yes. Settle, not yet. Like it or not, for the moment the Earth is where we make our stand.

It has been said that Astronomy is a humbling and character building experience. There is perhaps no better demonstration of the folly of human conceits than this distant image of our tiny world. To me, it underscores our responsibility to deal more kindly with one another, and to preserve and cherish the pale blue dot, the only home we've ever known.

Para aquellos que no dominan el idioma de Carl Sagan:

Eso es aquí. Eso es nuestra casa. Eso es nosotros. En él (se refiere al punto azul pálido -pale blue dot-), cada uno que ama, cada uno que conoces, cada uno del que has oído hablar, cada ser humano que una vez fue, que vivieron sus vidas.

El conjunto de nuestras alegrías y sufrimientos, miles de seguras religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador e incursor, cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada mendigo, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada niño lleno de esperanza, inventor y explorador, cada profesor de ética, cada político corrupto, cada "superestrella", cada líder supremo, cada santo y cada pecador en la historia de nuestras especies vivió ahí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.

La Tierra es un escenario muy pequeño en el vasto estadio cósmico. Piensa en los ríos de sangre vertidos por todos aquellos generales y emperadores que, para su gloria y triunfo, pudieran convertirse en los dueños momentáneos de una fracción de punto.

Piensa en las interminables crueldades provocadas por los habitantes de una esquina de este pixel sobre los apenas distinguibles habitantes de los otros rincones, cuán frecuentes sus malos entendidos, cuán codiciosos como para matarse unos a otros, cuán fervientes sus odios.

Nuestros gestos, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el universo, se cuestionan en este punto de pálida luz.

Nuestro planeta es el único mundo que conocemos, hasta ahora, capaz de albergar vida. No hay otro sitio, al menos en un futuro cercano, al que nuestra especia pueda emigrar. Visitar sí. Establecerse, todavía no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos nuestro hogar.

Se dice que la Astronomía es una experiencia de humildad y de formación del carácter. Quizá no haya mejor demostración de la locura de los conceptos humanos que esta imagen lejana de nuestro diminuto mundo. Para mi, ella subraya nuestra responsabilidad de tratarnos mejor los unos a los otros, y de preservar y cuidar el pálido punto azul, el único hogar que hemos conocido.

A pale blue dot

Mondo Bongo

Me encanta esta canción... no puedo evitarlo

I was patrolling a Pachinko
Nude noodle model parlor in the Nefarious zone
Hanging out with insects under ducting
The C.I.A was on the phone
Well, such is life

Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair, oh

Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair

Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair

For the Zapatistas I'll rob my sisters
Of all the curtain and lace

Down at the bauxite mine
You get your own uniform
Have lunchtimes off
Take a monorail to your home

Checkmate, baby
God bless us and our home
Where ever we roam
Now take us home, flaquito

Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair
Latino caribo, mondo bongo
The flower looks good in your hair
Latino caribo, mondo bongo
Nobody said it was fair

Crónicas Venezolanas VIII (y final)

DÍA 15 (lunes):

Ahí está el Santa Rita esperándonos. Nos llevamos también a un grupo de snorkels (holandeses, los insufribles y marranos italianos, y el asturianu empatado con la venezolana).

Desde primera hora estamos de prácticas: ascensos, descensos, cambios de regulador, situaciones de emergencia… Esto es divertido, pero yo quiero ver a mis peces.
Comemos (e Ismael, que ha pescado un tiburón pequeño, me deja cogerlo para que note cómo su piel es áspera y antideslizante).
Toca la prueba de la máscara y el fin pivot (que supero como una campeona y ante el asombro de Guillermo y D., porque en la piscina fui un fracaso), y mejor aún, la prueba del "aaaaaaaaaaaaa" y el descenso a 18 m (que fueron 19.3 m).

Aquel fue un momento adrenalina total, pero no el soltar el regulador y subir diciendo "aaaaaaaaaaaa" desde el fondo… sino cuando me dejaron sola abajo, arrodillada en el fondo arenoso, en mitad del azul… ni un pez a la vista, y en mi cabeza repiqueteando los compases de "Tiburón"… me pasé un rato girando sobre mí misma, imaginando el morro de un gigantesco jaquetón brotando del azul y escuchando el bum-bum acelerado de mi corazón, para luego sentir lo mismo que en el Hacha… aspiré hondo, escuchando el aire saliendo de la bombona directa a mis pulmones, y después esa sensación de estar totalmente sola, en paz, envuelta en una placidez turquesa. Cuando Guillermo y D. bajaron, me encontraron haciendo prácticas de buceo boca arriba y dando volteretas, jajajajajajajajajaja…



Guillermo nos hizo subir a unos 15 m y nos enseñó a buscar ostras y abrirlas para atraer a todos los peces de la comarca. Dos peces loro me rozaron la cara… qué miedo… pueden arrancarte un dedo de un mordisco. Después de recoger los bártulos, pedí un snorkel y aún estuve a remojo otro rato largo, con los peces mordisqueándome la tripa, como en Thailandia.

He llegado reventada, apenas he cenado y voy a caer como un chicharrito. No voy ni a terminar el capítulo del libro.

DÍA 16 (martes):

Por la mañana nos vamos de compras. Mañana es el último día y hoy hay que hacer las maletas. La desgana es total, ahora que hemos descubierto el buceo, no nos queremos ir.


Por la tarde terminamos la teoría, hacemos el examen y Guillermo nos aprueba como Open Waters.
Dice que no ha visto dos alumnos con tal predisposición al buceo y que si seguro que no lo habíamos hecho antes. Ojalá... Y ahora que he estado en los techos de África, y en otras cumbres del mundo, sé que exploraré también sus fondos. Qué duro es hacer la maleta. Por una parte siempre es grato volver a casa, pero por otra… son las únicas vacaciones del año y Venezuela está siendo un país tan inesperado y maravilloso y quedan tantos lugares por recorrer… el Pico Bolívar, el Roraima y Cerro Autana, los Llanos… más días de buceo en los Roques o los Frailes…

No sé si no tendremos problemas en la aduana para pasar las pirañas y sobre todo las botellas de ron… todo a presión en mi maleta. Y la cerbatana que compramos a los pemones es como un bastón… no cabe en ninguna parte. Las figuritas, los regalos, las postales… y un montón de horas de regreso…

DÍA 17 (miércoles):

Odio este día. Ahora que ya estoy en casa y lo recuerdo con detenimiento… es como si estos odiosos días de vuelta duraran más que los de vacaciones.

Nos fuimos a dar el último paseo al Sambil, por si olvidamos comprar algo. Comimos y estuvimos haciendo tiempo hasta la hora de ir al aeropuerto. ¡Sorpresa! Nuestro vuelo a Caracas no nos da el margen de 3 horas que requiere el aeropuerto de Maiquetía para los trayectos internacionales.

Afortunadamente nos cambian el vuelo por uno anterior y llegamos por los pelos dentro de la facturación para Madrid. Igual que en la ida, ahora a la vuelta, un grupo de unas 20 personas se quedan fuera del avión y tendrán que volar mañana. A todo el pasaje nos registran y escanean antes de subir al avión. Pero nadie nos dice nada de la cerbatana, salvo que viaja en la cabina de la tripulación (?).

El vuelo se me hace más corto de lo esperado porque consigo dormir. Es en Madrid cuando las horas de espera se hacen interminables hasta enlazar con el vuelo a Bilbao. Llegamos agotados y sin la cerbatana, que no ha pasado el control policial antes del embarque, tenemos que facturarla y, oh, sorpresa, no viene en nuestro avión… se queda a dormir en Madrid. Me huele que habrá una reclamación a Spanair…

17 de agosto de 2005.

Crónicas Venezolanas VII

DÍA 11 (jueves):

Gestionamos volver a Canaima pero es en vano. Tenemos por delante casi una semana, así que decidimos ir a fichar qué vamos a comprar el último día. Nos vamos Porlamar, al centro comercial Sambil, que dicen que es la pera… y a nosotros nos parece que no han visto el Megapark… También nos recorremos la zona de Santiago Mariño. El calor y mirar escaparates y, sobre todo, calcular cuántas botellas de ron nos vamos a llevar, cansa. Pasamos la tarde al fresquito de la habitación, yo terminando de leer "El origen perdido" de Matilde Asensi, y D. despiporrándose con las cadenas de televisión nacionales y Hugo Chávez… Por la noche, nos juntamos las tres parejas (los 3 D.es) que hemos estado juntas en Arekuna y hemos coincidido en la zona norte de la isla y nos vamos a cenar. D. y Chus terminan su luna de miel y D. y Elena también regresan a España. Nos ponemos ciegos a langosta en un restaurante que regenta un italiano, La Isla. Y luego unas copas en un putiferio de la playa (como todos) llamado Woody.

DÍA 12 (viernes):

Día de descanso: comer, leer y dormir. Nos tomamos el último ron al mediodía con D. y Chus, la pareja de Vic, y por la tarde gestionamos irnos a bucear al día siguiente. Hoy nos concedemos un día total de perreo, paseando un poco, jugando alguna partida de ajedrez y esperando que llegue la hora de la cena para meternos otro par de langostas en La Isla.

DÍA 13 (sábado):

Hoy ha sido uno de los días más emocionantes y en el que he descubierto lo que me faltaba para sentir que estoy llegando a la plenitud.

Nos hemos ido a bucear a Los Frailes en el Santa Rita con nuestros instructores, Guillermo y Daniel, el capitán Ismael, Pedro el cocinero, Manolo el ayudante y el pequeño grumete sin nombre. La zona de buceo por la mañana era La Pecha. Era la primera vez que me ponía un traje de neopreno para bucear (sí para hacer descenso de cañones en Potes jejejeje) y una bombona… y fui capaz de bajar a 12 m… ¡¡qué flipe!!. Vimos una barracuda, peces cofre, peces payaso, cirujanos, una langosta, morenas, peces a millares que venían como las palomas a comer cuando abríamos las ostras… algas, anémonas, corales…



Hacemos una pausa para comer con las dos buceadoras alemanas que van con Daniel, y nos vamos a Payape, a por la segunda inmersión, a 14 m. La corriente nos arrastra, es como ir volando, y toda esa vida rodeándome… si no es por Guillermo que me coge de las aletas o de la mano… me iría tras cada pez que se me cruza, metería la cabeza por todas las oquedades buscando más animales… soy tan feliz, no puedo dejar de sonreír y a veces me ciegan mis propias burbujas cuando grito de la emoción de tocar a las morenas o cuando se me acerca un precioso pez payaso y me mordisquea los pelos que se me escapan de la coleta…

De vuelta y animados por Guillermo y muy estimulados por su buen carácter y afabilidad decidimos hacer el curso super-intensivo de Open Water Diver.

Ya en el hotel nos encontramos con Ignacio, que conocimos en Arekuna y acaba de llegar de allí, y nos lo llevamos a cenar… sí, otra vez langosta.

DÍA 14 (domingo):

Hoy ha sido un día tranquilo.



Hemos pasado la mañana en la playa con Ignacio, con un bañito y, sobre todo, en una terraza tomando cervezas y piñas coladas mientras veíamos a los "musculitos" trepar a las palmeras para bajar cocos. Comemos en el buffet y nos vienen a recoger para ir a clase. Tenemos 3 horas largas de teórica y después nos vamos a la piscina de Omar, el argentino, a hacer prácticas de emergencias con el respirador y las gafas.

Al regresar, Ignacio ya nos está esperando para ir a la Isla… y es que no importa que nos suba el ácido úrico hasta las cejas… no podemos dejar pasar la oportunidad de atiborrarnos de langosta, que luego a saber cuándo nos llegará el bolsillo para estos homenajes. Luego unas copas para bajar el atracón marino y a descansar, que mañana las prácticas son en el mar, volvemos a los Frailes y yo estoy emocionada.


Crónicas Venezolanas VI

DÍA 10 (miércoles):

Otro maravilloso despertar entre los graznidos de todos los guacamayos de la región, acompañados de monos aulladores y los ronquidos de Boris, que dormía en la cabaña contigua. En el embarcadero, Tomás, con la naturalidad de quien retira las tazas del desayuno, nos mostraba en la mano una víbora terciopelo descabezada y retorciéndose antes de perder el calor robado al sol. Una víbora terciopelo puede matar a un hombre en 4 horas si no se aplica el antídoto. Nada mejor que un episodio así para empezar el día con muchas ganas…

Esta vez remontamos el Caroní hasta su encuentro con el Antabares, uno de sus múltiples afluentes, y que a su vez nos condujo hasta los rápidos del Misu. En un árbol descansaba una enorme iguana, y una especie de garza se acicalaba en una piedra, en un recodo del río. No es fácil ver animales desde el río. La espesura se traga todo, hasta la vida. Tienes que penetrar en ella para escucharla, dejarte engullir por la oscuridad entre la vegetación y muchas veces sólo oirás el latido frenético de tu propio corazón.

Terminó el suave deslizar sobre las aguas de coca-cola y con ello las intensas horas en aquel rincón perdido del Infierno Verde. En la misma avioneta que nos recogía para llevarnos a Canaima, llegaron Julio y Raquel, ya familiarizados con los mosquitos tras los días de pesca de pirañas en el Orinoco. Pusimos rumbo a Canaima, hacia la laguna en la que descargan toda su furia los saltos de Ucaima, la Golondrina, Guadaima y… el Hacha.



En el salto del Hacha fue donde se rodó la escena de "El último mohicano"… claro que fue en la estación seca. Nosotros tuvimos la "suerte" de haber llegado tras varios días de tormentas, con lo que el caudal que vomitaban las cascadas era ostensiblemente superior al esperado por Boris. El sonido era atronador. Pero Boris sacó el Indiana Jones y el indio pemón que lleva dentro (amén de varios personajes más en sus ciento y pico kilos) y nos animó a entrar bajo la catarata. Primero pasó él con las cámaras de fotos dentro de una bolsa de plástico. Y entre él y los 3 D.es, nos fueron pasando a las chicas.

De la ida recuerdo poner el pie dentro del agua, sobre la piedra resbaladiza, y sentir una fuerza de empuje en el tobillo que me llenó de espanto. En el instante siguiente, todo mi cuerpo fue engullido por la cortina de agua y toda yo era agua por dentro y por fuera. No podía abrir los ojos… no podía oír nada… sólo sentía que me golpeaban por todas las partes, me zarandeaban y me empujaban hacia el vacío. Yo estaba agarrada a una piedra y ni siquiera podía abrir la boca para pedir ayuda. Por un momento el pánico a ser arrastrada no me dejaba moverme; sin embargo, al mismo tiempo, una parte de mí se sentía plácidamente sola, aislada en esa corriente de agua… sorda, muda, ciega y sola… un estímulo irresistible como para dejar que el miedo lo corrompa. Empecé a arrastrarme, sin soltar más de dos extremidades a la vez y fui avanzando a ciegas en lo que yo creía que era línea recta. No pasó más de un minuto, pero parecieron horas… hasta que una mano negra surgió delante de mi cara, me cogió de la cabeza, luego yo me agarré a ella y salí al otro lado.



Tras de mí, la familia Hilton. Ante nosotros, el paso bajo el salto, un corredor resbaladizo y lleno de plantas y con poca luz, la que podía pasar a través de la cascada. El patriarca Hilton se cortó el dedo del pie con una piedra. Fue un corte profundo y tuvimos que precipitar nuestro regreso a la laguna en busca de un puesto de socorro.



Finalmente fue en el del destacamento militar de zona donde le dieron varios puntos, internos y externos. Esos momentos fueron los que aprovechamos para ponernos ropa seca. Claro que el vestuario fue debajo de la avioneta, en la pista de aterrizaje, mientras esperábamos el turno para despegar rumbo al Cañón del Diablo. Y ahí estábamos, comiendo unas galletas Oreo, esperando que llegara Mr Hilton con el dedo gordo vendado, y pidiendo a Canaimö, el demonio custodio del Cañón, que apartara la niebla para poder ver el Salto del Ángel.

Bien valió el sacrificio de sangre, porque a unos minutos por aire ya divisábamos el Auyantepuy, la Montaña del Infierno… y ahí, espectacular, a todo color, entre neblinas grises… vimos el increíble, espectacular Kerecupai Meru





Nos adentramos en el Cañón para dar la vuelta y poder verlo otra vez antes de salir hacia Porlamar, sobrevolando el mundo perdido, el Infierno Verde. Hasta donde alcanzaba la vista, sólo podíamos ver tepuyes, cascadas y una alfombra verde, interrumpida por serpenteantes ríos. Toda esa agua es la que alimenta el Gurí. De nuevo el pinar interminable, varios pozos petrolíferos, un horizonte surcado de tormentas y un arco iris…
Atrás queda la selva, atrás la salvaje soledad y el silencio lleno de ruidos…



Llegamos a Isla Margarita y a Playa del Agua. Todo es tan… turístico. Los hoteles, cárceles con todo incluido: espectáculo, buffet y barra libre. Estamos cansados y decidimos quedarnos en régimen interno para la cena. Nada más sentarnos en una mesa y ver circular al personal nos queremos ir de allí otra vez a la paz de la jungla. Espera… ¿qué tengo a los pies, mientras me tomo una piña colada en la terraza de la piscina? Un guacamayo rojo, viejo y medio desplumado… Cómo echo ya de menos los que venían a dormirse al árbol junto a nuestra cabaña…

Crónicas Venezolanas V

DÍA 9 (martes):

¿Quién necesita despertador en la selva cuando todos los pájaros de la jungla están hipersensibilizados ante la luz ultravioleta y al primer asomo de claridad ya están armando la escandalera del siglo? Ains… cómo eché de menos un buen jaguar en los alrededores, para sumir en silencio aquel gallinero… cinco minutos más….

Embarcamos Caroní arriba durante casi una hora, viendo asomarse gradualmente al tepuy Nonoy, "el tepuy de la abuela".



Vaya, está claro que una está abocada a encontrarse con su destino XDDD… Emprendimos el trekking por la selva, por una senda que días antes habían venido a re-abrir para nosotros, y así y todo hubo trechos en los que las ramas y la maleza parecía querer… comernos. Boris encabezaba la marcha armado con un palo y un machete, por si aparecía alguna serpiente. Hasta el momento, sólo un titi gigante se dejó ver desayunando en la copa de un árbol.

El calor y la humedad hacían fatigosa la ascensión a las laderas del tepuy. Tepuy significa "montaña" en la lengua de los pemones y se caracterizan por sus paredes verticales y cimas planas… son como fortalezas que brotan del Infierno Verde. Hubo momentos en que nos deteníamos para descansar y una extraña sensación de angustia se apoderaba del grupo. Todo alrededor de nosotros se movía: por el aire cientos de insectos revoloteaban sin descanso… por el suelo toda una marea de pequeñas vidas se arrastraba, correteaba, trepaba, saltaba… creo que en un metro cuadrado de aquella espesura había más densidad de población que en el centro de Tokio. La psicosis se acentuaba al pensar que el 97% de aquellas criaturas, incluidas las plantas que nos rozaban las piernas… son tóxicas. O provocan alucinaciones… o directamente te matan.

Así que cuando llegamos por fin a la cascada de la Bailarina, un salto de 270 m, en aquel rincón oscuro y sombrío… yo me quedé helada. Saqué fotos de "la cuadrilla" dándose una dolorosa ducha (las gotas de agua caían sueltas y como una lluvia de piedras debido a la aceleración) pero no quise sufrir la misma suerte. Ya íbamos a bañarnos en otras cascadas por la tarde. Almorzamos en mitad de aquel paraje inhóspito y plagado de peligros potenciales… con hormigas del tamaño de un dedo trepando hacia los tuppers de los macarrones… y miles de ojos simples y compuestos acechando desde todos los rincones…

Regresamos tomando el camino paralelo al arroyo que crea la Bailarina, y en poco más de 1 Km. ya está convertido en un riachuelo con más caudal y un cauce más abrupto que el Cares… pero sin salmones. Como mucho algún pez venenoso o carnívoro XDDDDDDD.

Llegamos a 3 saltos de agua sacados de una película de Tarzán y ahí sí que estuve a remojo como un garbanzo… olvidé los insectos, olvidé el calor pegajoso… sólo sentía caer el agua sobre mí como en una ducha Vichy…

Lo bueno dura poco y aún teníamos que visitar una comunidad indígena, unos auténticos pemones. Allí estaban, cerca del río, una familia con tantos hijos que no pude ni terminar de contarlos. Nos mostraron su plantación de yuca y piñas, su habilidad en la caza con arco, las cerbatanas y el proceso de elaboración de la yuca (que si no la escurres bien, también te envenenas).

De vuelta al campamento, "asaltamos" una balsa de auténticos garimpeiros, buscadores de oro… y vimos en directo cómo se esconden unos polvillos amarillentos debajo de un montón de piedras y pizarra… y la dureza de la vida de estos ex – convictos y desapartados de la sociedad, que vienen a hacer fortuna a este rincón perdido del mundo.

Para cuando llegamos a Arekuna estaban a punto de salirnos a buscar de la preocupación. Yo me dormí antes de la cena y tuvieron que venir a buscarme… qué agotamiento, madre mía.

Crónicas Venezolanas IV

DÍA 8 (lunes):

Me levanté al amanecer, y como había dejado preparada la maleta la noche anterior, me subí a la terraza de la posada para sacar alguna foto.



D. seguía envuelto en una mortaja de toallas húmedas porque se quemó los pies y la espalda… y mira que avisaron del castigo que inflinge allí el sol… Las gaviotas ya empezaban a dar la vara a esas horas tempranas, y en la laguna interior las garzas también se desperezaban y acicalaban para el día.

En la misma pista de aterrizaje 07 nos esperaba una avioneta para 14 pasajeros que nos llevó a Porlamar. Era la primera vez que montaba en un aparato tan pequeño (porque la avioneta de Ocaña no tenía ni asientos y no cuenta) y era como ir en taxi, solo que el conductor y el copiloto llevaban los cascos puestos.

En Porlamar (la capital de Isla Margarita) nos bajamos de la avioneta mientras repostaban combustible y en un cuarto de hora, otra vez a la avioneta-taxi. La próxima parada era Maturín, donde se bajarían Julio y Raquel, que se fueron al campamento del delta del Orinoco. Se subieron D. y Elena, D. y Chus, Boris (el guía) y… los Hilton (apodados así por el evidente poderío que más tarde nos demostrarían). Después de sobrevolar 14.000 km2 de pinar, hicimos otra escala en Puerto Ordaz.

El Orinoco se extiende aquí inmenso, cobijando islas en su inconcebible anchura y delimita con el trazo perfecto de un tiralíneas el punto donde el Caroní le ofrece sus aguas. El Orinoco baja color café con leche y no permite que las aguas negras del bien llamado Río Negro enturbien las suyas.



Adentrándonos en el cauce del Caroní, aparece la represa del Gurí… sus dos salas de máquinas producen 10 millones de Kw. diarios (el equivalente a 300.000 barriles de petróleo), siendo la segunda central hidroeléctrica del mundo… y es que el Orinoco será el más grande de Venezuela, pero el Caroní es el más fuerte y rabioso. El embalse del Gurí bien podría llamarse "mar" pues tiene 4000 km2 (como Bizkaia y Gipuzkoa juntas más o menos) y afloran los picos de las montañas más altas formando verdaderos archipiélagos, pero no con el increíble color turquesa del Caribe, sino con un negro tan profundo que asusta.

Continuamos remontando el río, ya por su cauce habitual rumbo al campamento de Arekuna. Los signos de civilización van desapareciendo, devorados por el manto verde de la selva… la impenetrable selva, que parece tan bucólica a 300 m desde una avioneta… Al fondo se divisaba una línea roja… "la delgada línea roja" pensé yo… hasta que resultó ser la pista de aterrizaje jajajajajajaajajaja… Andaba yo sacando una fotografía espectacular sobre las aguas ya color coca cola del Caroní cuando… ñññññññññññiaummmmmm… damos una curva en picado que nos pone literalmente sobre la verdaderamente delgada línea roja… jo, y yo me quejaba de los baches de Los Roques… pero si ese piloto y esa avioneta podían perfectamente aterrizar en los caminos de la parcelaria de mi pueblo!!.

Y de pronto… la selva se apoderó de todo. Lo primero: unas avispas del tamaño y grosor de mi dedo gordo. "Pican duro" nos decían… nos ha jodío… si debían tener hasta colmillos las endemoniadas… Nos asignaron la habitación 25, en una cabañita a media ladera… tres camas, una hamaca… y velas (la corriente eléctrica sólo en horario de oficina). Tiempo justo para comer… con increíble panorámica sobre el Caroní y ya estábamos con el bañador, las chanclas y la gorra y el repelente, y el protector solar y las gafas de sol y la toalla y la cámara de fotos… ains… y en lancha hacia el salto de Las Babas. La mala gaita del Caroní en una pequeña muestra…







Las fotos son mudas, no muestran el tremendo rugido de las aguas ni las salpicaduras que llegaban hasta ahí arriba…

Continuamos descendiendo por el curso del indomable río, y nos dimos un baño en aquellas aguas de coca cola, en las que el cuerpo iba desapareciendo y quedaba a merced de las sensaciones… era un baño a ciegas… sin ver dónde pisabas, ni qué te rodeaba… pero tampoco importaba. D. y yo no lo dudamos y nos adentramos sin mirar atrás. El resto del grupo permanecía expectante en la orilla, desconfiando totalmente. Y nosotros disfrutamos de aquella parcela de intimidad en la que nuestro lado primitivo y salvaje pudo por fin salir. Tanto tiempo anhelando unos instantes en contacto íntimo con la Naturaleza y allí estábamos… como dos indígenas, embadurnándonos la cara con el limo del fondo, enganchándonos en las ramas, zambulléndonos sin temor alguno en esas salvajes y templadas aguas que arrastraban en su seno la esencia del Infierno Verde. Una leve tormenta encendió un arco-iris como para enmarcar toda la tierra.

El regreso fue un paseo en silencio, al menos por mi parte. No dejaba de escuchar, de oler, de saborear el aire… Y cuando llegamos a Arekuna, tenía hambre… puf… y habría dado uno de mis ojos miopes por un cacho de pan con jamón… joer, eso habría sido el colofón perfecto… Pero el cocinero tuvo a bien prepararnos el plato nacional venezolano: Pabellón criollo… jo… qué cargo de conciencia… sólo me comí el arroz y la carne mechada… el plátano frito y las caraotas negras (alubias) como que no me llamaban la atención. Mucho agua, con hielo… un hielo que también se derretía con rapidez… y manga larga y pantalón largo. Ya se había pasado la hora del puri-puri, un mosquito minúsculo pero cabrón como él solo y sus 7 millones de compadres XDDDD, así que con un poco de repelente fue suficiente para aguantar inmaculada durante la tertulia después de la cena. El patriarca Hilton se enzarzó en una cuita política con Boris, el guía… y como ya mis bostezos empezaban a escandalizar a la señora de don Hilton, pues me puse mirando al río. A mi lado se sentó Tomás, de 12 años, el hijo de Eduardo, el jefazo del campamento.

De pronto ocurrió uno de esos milagritos de la Naturaleza. Llegué a pensar que estaba dentro de un sueño. Las estrellas allí colgadas, el río silencioso a mis pies… y yo en medio de los árboles rodeada de decenas de puntos de luz… como si estuviera en Lothlórien… eran luciérnagas. Tomás me cogió una y la puso en mis manos. Para variar (y menos el puri-puri) era enorme… Echó a volar y así estuvieron suspendidas… mientras la selva se iba a dormir, como nosotros.

Desde la cabaña vimos pasar una bandada de guacamayos rojos que dormirían aquella noche en un árbol cercano. Si no fuera porque dan más guerra que una familia de calorros… habría sido maravilloso. Una vez "apatrullada" la cabaña y visto que no había serpientes, arañas más grandes que la mano (más pequeñas había tantas que no merecía la pena liarse a zapatillazos), y con la vela como único punto de luz… me quedé sopa total.

Crónicas Venezolanas III

DÍA 7 (domingo):

Después de un descanso menos reparador del deseado, nos levantamos sobre las 7 para ir hasta el Muelle a desayunar. Menos madrugadores que nosotros eran los que preparaban el condumio, y fue cuando ya nos íbamos el momento en que sacaron las arepas, la leche fría… en fin… no era cuestión de arrugar el morro en aquel trocito de paraíso y en un día que se adivinaba tan fantástico.

Esta vez éramos más y ocupamos el catamarán llamado Neptuno II. También venía para guardarnos, Carlos, un guía muy comprometido con la tarea de educar a propios y extraños en la imprescindible conservación del parque. Navegamos viento en popa a toda vela haciendo escala en un islote desierto… igual que el anuncio del perfume Fidji… y yo me quería morir allí mismo de puritita felicidad.



No saqué la cara del agua en todo el tiempo que estuvimos anclados allí, haciendo snorkel y flipando con los enooooooooooormes erizos, persiguiendo a un pez cofre, rastreando peces cirujano por los corales… husmeando si aquellas formas alargadas y gruesas eran holoturias, gusanos de mar (respuesta correcta) o caca de tiburón. Más tarde nos dirigimos a Franciski del Norte donde hicimos snorkel con Carlos en la llamada "Piscina", surgida después de que un huracán arrastrara toda una pared de coral hacia la superficie amurallando la zona.



No obstante fue el snorkel más interesante puesto que aparte de los habituales cientos de peces de colores, los corales y algas… gozamos de la proximidad de una barracuda de metro y medio que acechaba silenciosa en la penumbra de la sombra del arrecife… En la superficie, los pelícanos incansables se lanzaban a la pesca de pargos amarillos mientras las gaviotas ladronas y los págalos no se cortaban en abalanzarse sobre los picos de los pacíficos pelícanos. Ya más acostumbrada al calor, ese día no bebí tanto…nestea (valeeeeeee… ron tampoco).

Atracamos sobre las 3 de la tarde, y como el sol atizaba de narices, decidimos que lo mejor sería una ducha y una tarde de lectura y siesta. La mujer de la limpieza dejó también sus quehaceres para esa tarde, que mira que tuvo toda la mañana para quitar el polvo de la puerta y demás…

Salimos a tomar algo antes de la cena y… en la Chuchera, donde hacían las piña-colada más deleitosas del mundo mundial, sólo nos ofrecieron líquidos no espiritosos… la ley seca estaba en vigor hasta las 7 de la tarde, hora en que se cerraban los colegios electorales (y es que hubo elecciones municipales y claro… con tooooooda la población que tiene el Gran Roque, si se les embotijan dos, ya no vota ni el 30% :P). Así que bromeamos con la dueña que nos sacó las cervezas, aunque prometimos no hincarles el diente hasta cinco minutos después jajajajajajajajaja. También estuvimos tocándole las narices a un pobre cangrejo ermitaño que tomó la mala decisión de entrar en el bar, y claro… acabó en nuestra mesa, pasando de mano en mano hasta que decidimos no estresarlo más… y que pellizcaba con mala baba, el jodío!!

En la cena, compartí con un gato (los felinos y yo) casi todo el pollo de mi plato y apenas tomamos una copa después y nos fuimos a dormir porque al día siguiente la diana era a las 7 otra vez.

Crónicas Venezolanas II

DÍA 6 (sábado):

A las cinco y media hora local (en España la hora del café y de desayunar los domingos, las once y media) nos despertaron y bajamos a desayunar. A esas horas no estaban puestas ni las mesas del buffet, así que tuvimos que conformarnos con un par de pastas y un café rápido en la barra del snack bar de la recepción. Vino a recogernos Luis, la versión venezolana de Juan en su todo-terreno automático. El trayecto hasta el aeropuerto de Maiquetía fue un entrañable repaso por las características más singulares de la idiosincrasia del país que el propio Luis nos iba desgranando entre risita y risita. La otra pareja que viajaba, Julio y Raquel, de Madrid, también arqueaban las cejas ante las revelaciones de Luis y las estampas que aparecían ante nuestros ojos.  En el aeropuerto nos esperaba un avión tan pequeño que sólo cabía una azafata, y había que verla dando la información de seguridad (:PPPP).

El aterrizaje en Los Roques fue… fue sólo el principio. La pista tenía más baches y piedras que la carretera de mi pueblo hace 20 años. Pero no se notaron mucho, la verdad. En la entrada al paraíso nos esperaba José Manuel, un grandullón con gafas de sol que ya nos avisó que si podíamos bebernos el protector solar, mejor que mejor. Y es que aparte del calor, el sol quemaba la piel con mucho peligro, y no era coña. Después de llegar a la Posada La Plaza y recoger las aletas y las gafas para hacer snorkel y ponernos el bikini a toda prisa, nos subimos a un catamarán llamado Tornado en el que navegamos como unos Onassis hacia Franciski del Medio. José Manuel prosiguió con sus normas de seguridad y recomendaciones mientras los pasajeros tomábamos contacto con la brisa del mar, el color increíble del agua y nos parapetábamos con factor 30 australiano (en mi caso) contra el inclemente sol del trópico.



Atracamos en una playa que no tiene nada que envidiar a la Bora-Bora del Pacífico o las Maldivas del Índico, y tras un paseíto abrasador cruzando la isla, salimos fuera de la barrera de arrecife para la primera sesión de snorkel. Corales cerebro hasta hartarnos, peces cirujano como escoltas y otra infinidad de pececillos de colores fueron un buen aperitivo para el primer día. De regreso al Tornado compartimos mesa y buffet con un matrimonio de giputxis, pero como pasa siempre, fuera de casa tienen necesidad de hermanamiento y nosotros, como somos nobles, pues aceptamos y no nos metimos con ellos :P. Nos dirigimos a Madriski, otro islote paradisíaco.


Y mientras el catamarán rasgaba el Caribe con sus dos quillas, nosotros rasgábamos las gargantas con todo tipo de líquidos: Nestea (en polvo, como el Tang), agua y… venga, venga, que estamos en tierra de ron… Santa Teresa a palo seco y una caipiriña a la salud de Jon… mientras José Manuel estiraba su repertorio de chistes, de trucos de magia con las cartas y de chascarrillos sobre sus incontables novias (más de una en cada puerto jejejejej). En seguida nos fichó como juerguistas de confianza y nos emplazó para esa noche en un garito que yo siempre llamaré el Ráscateaquí, aunque su nombre tal vez fuera "Raskateki".

De vuelta en el Gran Roque y tras una ducha lo más fría posible (27º) para quitarnos la sal y algo de calor, recorrimos las calles vecinas, en donde todo son posadas, alguna tienda de souvenirs y garitos para hidratarse. A la orilla del mar, entre las barcas, toda una flota de pelícanos se lanzaba incansable a la pesca mientras más arriba patrullaban las gaviotas y gaviones.



Todo es tan tranquilo y pacífico que, para ser el primer día de vacaciones… casi nos estresa. De camino al Muelle, donde cenábamos, se tiene que atravesar el hall de la iglesia del pueblo, un edificio que no tiene ventanas ni puertas porque… realmente ¿son necesarias en la casa de dios? Si acaso para no dejar entrar a las tremendas arañas verdes que extienden sus telas por un tipo de árbol, parecido a una parra, y que sólo de verlas daban pánico… aunque luego ni se movían.

Antes de la cita con José Manuel, nos tomamos unos coctelitos para hacer tiempo y ya llegamos bastante calientes al garito en cuestión. El dj puso merengue y salsa para que José Manuel nos fuera dando lecciones de baile, y una vez que te pones a sudar pues como que te da por saco y… a saco. Total que empezamos siendo 7 y en un par de horas era imposible ampliar el movimiento corporal a más de un leve balanceo. Para remate "Potxolo" (un sujeto rubio de coleta y a la sazón dueño del Raskateki) anunció la "hora tequila" y la gente iba pasando por debajo de la botella que Potxolo sujetaba a modo de fuente… y aquello fue el despiporre. Yo me caía de sueño, para qué mentir, derrengada como estaba del día playero y del alcohol, y de tanto sudar y de tanto beber (si es que aunque no quisiera hacerlo, el clima me obligaba… y yo nunca voy contra lo que dicta la sabia Madre Naturaleza). En una de éstas en que José Manuel nos quería llevar a lo oscuro, yo hice una de media vuelta y me fui a la posada. Entré con mi llave como si fuera mi casa, y con la sensación de que mi madre iba a estar sentada en uno de los sofás de la recepción para echarme la bronca por llegar a esas horas… El resto se fue a mirar las estrellas a la pista 07, en el aeródromo… y como no podía ser de otra manera, D. llegó con los pies negros (allí en los Roques se va descalzo por la calle porque todo es arena) como si terminara de hacer el anuncio de Pirelli.

Crónicas Venezolanas I

DÍA 5 (viernes):

Embarcamos en Bilbao con destino Madrid y tiempo de sobra para ir al mostrador de Travelplan, recoger la documentación y llegar a facturar a Air-Europa con hora y media de colchón… ¿dije "colchón"? porque no llegó ni a salvamanteles… y es que con la maleta puesta en el peso, la oriental que ponía las pegatinas en las asas de las maletas nos soltó un lánguido "tienen que espelal"… "esperar, ¿a qué?" "espelal aquí, no hay sitio en el avión".
Evidentemente las 15 personas que estábamos en la fila no sólo nos echamos a reír, luego las manos a la cabeza y después al cuello de la japonesa sino que amenazamos con sabotear el vuelo, la compañía y el aeropuerto… Of course, la china salió en busca de un superior que capeara el temporal, y yo personalmente me vi muy complacida con el trato dispensado por la sobrecargo cuando me dijo que mi maleta era la última en entrar en la bodega y mi asiento el último en ser ocupado… el 1 B. Así que ante la perspectiva de volar en primera incluso dediqué una amable sonrisa a la coreana cuando me pegó la etiquetita con CCS (Caracas) en la bolsa de viaje.

Vine como una marquesa, con los pies en alto, repanchingada en el asiento, con una azafata que me traía agua y canapés de jamón y cabrales, revistas, películas y hasta me tapaba con la mantita si veía que se me descolgaba por los hombros. No sé cuánta diferencia de precio hay entre ambos billetes, pero creo que en viajes de más de 4 horas compensa subir de categoría y dejar de ser economy class (:P). D., en cambio, acabó en la fila 34, y no le querían dejar pasar al "gueto" de los acomodados para verme. "¿Dónde va usted?" "A requisarle algún canapé a la parienta, que nos tenéis muertos de hambre a los otros 250 pasajeros" jajajajaajajaja.

Llegamos a Caracas, ciudad sin ley, de noche. En seguida nos ofrecieron cambiar suculentos y verdes Euros por cochambrosos bolívares… y por 100 € nos dieron más de medio millón de "bolos". Claro, todo como en el anuncio: "son diez mil". Menos la gasolina… por 100 bolos depósito lleno… una muy buena razón para considerar mudarse a Venezuela (que no a CCS). Adriana, nuestro enlace, nos acercó al Gran Meliá –en la zona oeste-, el megahotel donde pasaríamos la noche sin tiempo para disfrutar ni de la piscina, para mi desagrado. Atravesamos la zona este, la peligrosa, en la que los "ranchos", provistos cada uno de una bombilla, perfilaban las montañas donde se extienden, como si fuera un belén interminable. Lástima que tener un rancho allí esté tan lejos de la Ponderosa de los Cartwright.

Recuerdo vagamente el calor tropical de la noche caraqueña, y algo de la habitación victoriana en la novena planta… y es que caí como fulminada por un rayo. De hecho entró por allí el camarero del servicio de habitaciones con el solomillo que se cenó D. y ni me vio, hecha como estaba un ovillo entre los tropecientos cojines a rayas de la king-size.

GG, el Gato Guapo


Y aquí tenemos al gato guapo, tímido y asustadizo, y más dócil, paciente y bueno... un amor... eso sí, suelta pelos para tapizar el sofá dos veces a la semana.  Y sin embargo, nadie se resiste a su mirada tierna.  Hay días en que se muestra especialmente cariñoso, y sólo por eso, el día es especial y emotivo.

F/Cats


Y aquí tenemos a la más vieja y al más joven... pero los dos gordos, los que más.  Con la gata (la gris y blanca) me echo unas siestas de pijama y orinal, así, acurrucaditas también, y a menudo tenemos las mismas posturas y la misma cara cuando nos despertamos.  Con mi gordo me despatarro por el suelo y jugamos con las pinzas que me roba del tendedero, echamos carreras por el salón, normalmente él delante y yo detrás con la zapatilla... y me da cabezazos cuando quiere que le rasque... o maulla desconsoladamente cuando no le dejo entrar en la habitación, normalmente a las seis de la mañana...  La gorda sólo avisa cuando no hay comida o quiere que le limpiemos la caja.  

Fireyed Cat



Uno de mis gatos infernales... uno de los pequeños y el más mimoso de los 4.  Te quiero, aunque me destroces la espalda con tus garras cuando trepas a mis hombros.

The beach... the far far beach



How I miss the seaaaaaaaaaaaa!!

Pure Shores

I've crossed the deserts for miles, swam water for time
Searching places to find
A piece of something to call mine
(I'm comin', I'm comin')
A piece of something to call mine
(I'm comin', comin' closer to you)

Ran along many moors, walked through many doors
The place where I wanna be
Is the place I can call mine
(I'm comin', I'm comin')
Is the place I can call mine
(I'm comin', comin' closer to you)

I'm movin', I'm comin'
Can you hear what I hear?
It's calling you my dear, out of reach
(Take me to the beach)
I can hear it calling you
I'm comin', not drowning, swimming closer to you
Ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh

Never been here before
I'm intrigued, I'm unsure
I'm searching for more
I've got something that's all mine
I've got something that's all mine

Take me somewhere I can breathe, I've got so much to see
This is where I wanna be
In a place I can call mine
In a place I can call mine

I'm movin', I'm comin'
Can you hear what I hear?
It's calling you my dear, out of reach
(Take me to the beach)
I can hear it calling you
I'm comin', not drowning, swimming closer to you
Ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh

Movin', comin', can you hear what I hear?
(Hear it out of reach)
I hear it calling you
Swimming closer to you

Many faces I have seen
Many places I have been
Walked deserts, swam shores (coming closer to you)

Many faces I have known
Many ways in which I've grown
Moving closer on my own
(Coming closer to you)

I'm movin', I feel it
I'm comin', not drowning
I'm movin', I feel it
I'm comin', not drowning

I'm movin', I'm comin'
Can you hear what I hear?
It's calling you my dear, out of reach
(Take me to the beach)
I can hear it calling you
I'm comin', not drowning, swimming closer to you
Ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh
(Take me to my beach)

I'm movin', I'm comin'
Can you hear what I hear?
It's calling you my dear, out of reach
(Take me to the beach)
I can hear it calling you
I'm comin', not drowning, swimming closer to you
Ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh-ooh..

Rise - Origa (Ghost in the Shell - Stand Alone Complex)

2nd Opening Song... que yo sé que muchos queréis pronunciar el ruso como si fueras moscovitas...

I'm a soldier, znachit ya
I otvyetchik i sud'ya
Ya stoyu na dvukh kontsakh ognya
Ogibaya virazhi, obgonyaya smyert' i zhizn'
Ya byegu srazit'sya s tyen'yu lzhi
skol'ko b nityey nye plyol obman
pokazhyet lik svyeta istina

Save your tears for the day
when our pain is far behind
on your feet
come with me
we are soldiers stand or die
Save your fears
take your place
save them for the judgement day
fast and free
follow me
time to make the sacrifice
we rise or fall
I'm a soldier, born to stand
in this waking hell I am
witnessing more than I can compute
pray myself we don't forget
lies, betrayed and the oppressed
please give me the strength to be the truth
people facing the fire together
if we don't, we'll lose all we have found

Za myechtoyu nakray propasti
Lish' tol'ko tak mozhno mir spasti
Ty nye plach',
Slyozy spryach',
Ved' nastanyet novyy den'
Tvoy ogon'
Sogryevat'
Budyet tysyachi syerdets
A syeychas podnimis'
Spryach' podal'shye bol' i strakh
Pobyedit tot, kto prav
Znay, chto vsyo v tvoikh rukakh

Zajdi zajdi jasno sonce

Esta canción de las montañas Rhodope es la fuente de inspiración para Tyler Bates en "Message for the Queen", en el score de "300".

Зајди, зајди јасно сонце,
зајди помрачи се,
и ти јасна ле месечино,
бегај удави се.

Црнеј горо, црнеј сестро,
двата да црнејме,
ти за твојте лисја ле горо,
јас за мојта младост.

Твојте лисја горо сестро,
пак ќе ти се вратат,
а мојата младост ле горо,
нема да се врати.

(vale, vale, la escribo en alfabeto arábigo - que no en árabe - )

Zajdi, zajdi jasno sonce,
zajdi pomrachi se,
i ti jasna le mesechino
begaj udavi se.

Crnej goro, crnej sestro
dvata da crnejme,
ti za tvojte lisja le goro,
jas za mojta mladost.

Tvojte lisja goro sestro,
pak kje ti se vratat,
a mojata mladost le goro
nema da se vrati.


Y es más, una traducción bastante fiel en inglés ;)

Set, set, clear Sun,
set to dim
and you bright Moon,
run away, to be drowned.

Blacken forest, blacken sister,
let's both blacken.
You, for your leaves, forest,
I, for my youth.

Your leaves, forest, sister,
will come back again.
My youth, forest, sister
will not come back.

Troy (rejected score) - End credit song (Gabriel Yared)

Escrita en macedonio por este compositor libanés, y con el leit motif del tema de amor "Helen & Paris", esta canción prevista para los créditos finales, cuenta el drama de Stojane, un muchacho que, en un lugar llamado Nanale, encuentra a la joven Liljana... ambos se enamoran y el día de su boda, Stojane espera y desespera porque Liljana no acude a la ceremonia... ella está en su lecho de muerte y ya... ya no despertará.

Kazi mi stara le majko
Kako da ja najdam jas?
Aj, Liljana moma kaleshe
Aj, tenka i visoka sita ne bosilo ke na na majka i ja

Poslushaj sine Stojane
Vo selo, vo Nanale
Aj, Liljana ke dojde na voda
I Liljani drugarki se kalesh nevesti na voda da naleat

Vo selo dojdesh da nazdravime
Za Liljana voda da nalee
No nea ja nema da dojde
Nema da dojde, ona...
Se razbole...

Poslushaj sine Stojane
Vo selo vo Nanale
Aj, Liljana ke ja donese
I Liljani drugarki se kalesh nevesti na voda da naleat

Da bide vo son za da ne polee
Da videte senka ke dovee
No nea ja nema da dojde
Ja nema da dojde, ona....

Lane Moje (Zeljko Joksimovic)

Quisiera agradecer a mi pequeño bonsai el que me recordara esta maravilla de canción que participó en un festival de Eurovisión...

 

Kad na te pomislim
bojim se da te opet zavolim
u modre usne zarijem zube
da pravu bol zaboravim

Lane moje ovih dana
vise i ne tugujem
pitam samo da l' si sama
ljude koje ne çujem
lane moje noças kreni
nije vazno bilo s kim
nadji nekog nalik meni
da te barem ne volim

(Da te po ljubim , nek' neko drugi kose ti ljubi, da tebe lakse prebolim)

lane moje ovih dana (lane moje)
vise i ne tugujem (lane moje)
pitam samo da l' si sama
ljude koje ne çujem
lane moje noças kreni (lane moje)
nije vazno bilo s kim
nadji nekog nalik meni
da te barem ne volim

da te vise ne volim

(Una ayudita... en inglés, of course)

Your name is on my lips.
Tonight is tender full of memories.
It's all I have now.
But for the last time I'm feelin hold you in my arms

Say goodbye, Now I'm leaving.
I can't stay another day.
I can't share another feeling.
Love will tear us anyway.
Say goodbye, Now I'm leaving.
Save your tears oh don't you cry.
All I take with me is greeting.
In the name of love goodbye.

Fumata blanca

Bueno; parece que Alstom le ha ganado la partida a Borouge, al menos de momento.  Creo que tengo que probar con los suizos a ver cómo es aquello, cómo trabajan, y qué cosas nuevas puedo aprender así como las que puedo aportar, ya que sigo con el gas a cuestas.  En Borouge habría aprendido de polipropileno... pero ya quedé saturada de ello con las láminas impermeabilizantes.

Este mes en Hawiyah ha sido agotador, embalando toda la documentación del proyecto a ratos libres (es decir, una media de dos horas extra diarias, más 4 horas los sábados) y la presión de buscar un nuevo proyecto en la medida que no me satisfacía quedarme en la parte del contractor una vez desmantelada nuestra oficina.  Pero ya terminó, ya tengo mis merecidos días de vacaciones para desconectar, relajarme, descansar y cargar las pilas para esta nueva aventura "expansiva".

Espero que a mi compañera del alma le vaya bien con los de Emiratos, y a las que se han quedado en Hawiyah no me las vuelvan locas estas últimas semanas.  Yo me voy tranquila, con los compromisos cumplidos y creo que con una gran labor por mi parte.

Estoy nerviosa por el nuevo reto, pero ilusionada.  Y con la confianza de que si no me va bien, sé que tengo una puerta abierta en Borouge; ya se encarga mi sueca de no cerrármela.